La persona narcisista sostiene un vínculo privilegiado consigo misma y desvaloriza a los demás. Solo establece relaciones para satisfacer su ego.
Pero tras esta apariencia de independencia, se esconde la fragilidad de quien no ha logrado superar una etapa fundamental de la maduración personal. Si no consigue salir de su ensimismamiento, el narcisista corre riesgo, como el Narciso del mito, de ahogarse en su propia imagen.
Con frecuencia, encontramos personas que nos hacen sentir un mero instrumento para lograr los fines que persiguen; con ellas tenemos la impresión de que no le importamos por nuestras propias características personales.
Se trata de personas que solo piensan en sí mismas y que son especialmente descuidadas con el trato hacia los demás. Estas personas, no obstante, no son conscientes de que esa indiferencia manifiesta es solo aparente, ya que oculta una gran necesidad de admiración y reconocimiento por parte de quienes –habitualmente o de manera esporádica- son su público.
Tienen por tanto un ego frágil. ¿Qué serían las actrices o los actores de cine o de teatro sin el público que los best online casino aclama y del que dependen para satisfacerse? Algunas personas pueden dedicarse a esa profesión por vocación, naturalmente, pero hay quien utiliza la escena como pretexto para satisfacer la vanidad, la necesidad de ser admirados o la imagen creada de sí misma como personas superiores a los demás.
El narcisista privilegia aquellas relaciones que sustentan su autoestima a base de elogios, superando los límites de la autocomplacencia. Una cosa es querer, gustar, y otra, el envanecimiento. No es lo mismo maquillarse por ejemplo para resultar atractiva, que vivir instalada en el espejo.
Hay personas que se resisten a pactar con la diferencia y prefieren un mundo privado, en el que son dueñas de su propio destino.
La trampa del narcisismo,